Es ficción =)
Salgo de mi trabajo bastante cansada sin ganas de nada, está oscuro, hice una hora extra. Cuando estoy en la vereda miro hacía el otro lado de la calle y veo a una mujer hermosa, creo que la más linda que he visto en mi vida, ella está apoyada en un auto que me resulta familiar. Es un momento mágico.
Quizás sintió que alguien la observaba, ya que me mira; logro distinguir unos ojos brillantes que no hacen más que resaltar su belleza. Mientras nuestras miradas se conectan ella esboza una pequeña sonrisa y yo se la devuelvo, acto seguido cruza los brazos y se pone seria como si estuviera enojada. En mi interior algo indescriptible me dice que no lo está.
Cruzo la calle en su dirección, y cuando estoy al lado de ella la abrazo, ella también lo hace. Sin dejarla, bajo mis brazos hasta su cintura, la miro a los ojos y tiemblo. Han pasado ya dos años desde que estamos juntas, y sigo tiritando cuando la veo. Me da un beso en la nariz, le sonrío, no era lo que yo me esperaba, hace días que no nos veíamos, y sabia que no era problema para ella besarme en la vía pública, siempre lo hace, generalmente soy yo la que pone más trancas en ese sentido. Le intento devolver el beso, pero quiero en la boca, cuando lo intento, ella baja la cabeza esquivándome, se me aprieta el estómago por su actitud. Me alejo de su cuerpo, pero sin dejar de tomarle la cintura, la miro, ella está mirando el suelo, intento de nuevo besarla pero agacha más todavía su cabecita. Siento un poco de frustración, no la entiendo. La vuelvo a observar para ver si logro descifrar alguno de sus gestos, pero me pierdo mirándola. Se mueve un poco y le llega la luz de la luna en su rostro, ¡Dios mío!, cada vez que la veo está más linda.
Pasado un momento y sin haber cruzado todavía alguna palabra nos miramos, noto que su mirada no es la de siempre, y por fin me ilumino y descubro lo que le pasa, si soy una tonta. Ella está algo sentida, habíamos quedado en que iba a salir del trabajo puntual y que ella me esperaría afuera a las 6, eran las 7 y recién salí, me estuvo esperando por mucho tiempo, mas sé que eso no es lo que le molesta, ella tiene una paciencia infinita, lo que repetidamente me ha dicho es que le carga que me sobrecargue con tanto trabajo, ya que después ando siempre con cara de cansada. Le trato de explicar, pero ella me calla y me dice que no me preocupe, que entiende perfectamente que no es mi culpa, pero sus dichos no van muy acorde a lo que hace ya que me dice que no aceptará besos en la boca, solo en la nariz. Acepto regañando. Mientras tanto sentimos murmullos de personas, luego nos gritan algo no muy agradable, pero no nos importa, y la abrazo fuerte, mientras lo hago pienso: esta es la mía. Corro mi cara, pero mi chica es más rápida que yo, y la corre primero. Me mira, endurece sus gestos, pero ahora estoy tranquila porque veo en sus ojos el cariño que siente por mí.
Ya sabiendo que no lograré mi objetivo, me dice que mejor me suba al auto para que nos vayamos, y como buena polola le hago caso.
Cuando comienza el trayecto, se queda pensativa, no me dice nada. Pienso que quizás se enojó conmigo de verdad y eso me asustó un poco, le pregunto - Vale, ¿te pasa algo? – Ella hace un gesto negativo con la cabeza, y eso en vez de calmarme me espantó más porque siguió en silencio, no sé qué hacer y con el corazón algo apretado la acompaño en el silencio.
Casi veinte minutos después cuando estábamos cerca de mi departamento esboza una sonrisa, y me dice –Cami, estás castigada- Su cara no era de enojo, era de picardía y parecía muy entusiasmada con su idea. Me dijo que si todavía quería un beso y quería que se le pasara lo sentida, yo iba a tener que hacer merito. Le devolví una sonrisa gigante y puse mi mano sobre su pierna, a lo que ella suelta una carcajada y me dice que no me pase, que me acaba de castigar hace cinco minutos y ya la estaba provocando. Me amurré un poco con su actitud, no la veía hace una semana y me tenia cortita y restringida.
Cuando íbamos llegando a mi departamento de dice – Cami, te doy dos opciones: la primera es que pasemos a tu departamento y tomemos once con tu hermana como lo teníamos planeado. Y la segunda es que nos vayamos a mi departamento, ahí improvisamos algo y me cocinas algo rico; ahí será donde veré como te quito el castigo.
Mientras me decía las opciones yo pensaba que en mi departamento tendríamos que comportarnos como amigas, ya que mi hermana no sabe que soy lesbiana; en ese caso seguiría castigada y la vale se sentiría más conmigo. Pero, si me iba al departamento de ella, tendría que levantarme extremadamente temprano porque ella vive más lejos de mi trabajo que yo, y me tendría que pasar a cambiar ropa a mi departamento en la mañana, además tenía que hacer pega extra y llevarla lista al otro día y estaba muy cansada. Analizando cual era mi escenario, la miro y le digo, vamos a tu departamento. Habría hecho cualquier cosa para que me disculpara. Veo ahora la que es su sonrisa más sincera, y me dice que tomé la decisión correcta y que no me voy a arrepentir. En el tramo que había desde donde estábamos a su departamento hablamos y nos reímos.
Al llegar a su edificio y bajarnos del auto, me tomó de la mano, ahí me di cuenta que todo estaba bien y que se venía algo mejor. Ya en su departamento, me dijo con su voz juguetona: Quédate ahí sentada, que ahora soy yo la que manda.