lunes, 28 de marzo de 2011

Por el amor de Dios

Bueno, les cuento que he estado muy ocupada con la universidad por eso no he tenido tiempo de publicar. Recién escuché algo, y creo que vale la pena compartirlo.


¿Sabe lo que no es normal? ¿Usted quiere que le diga lo que no es normal? No es normal pensar que hacer el amor es pecado. Eso no es normal. No es normal pensar que Dios no quiere a las lesbianas y a los homosexuales, no es normal. No es normal que la Iglesia oculte abusos de niños ni que los sacerdotes no se puedan casar. No es normal la riqueza del Vaticano, ni los anillos, ni el oro, ni el dinero tirado en campañas de publicidad mientras 30 millones de personas se contagian de SIDA en África por no usar preservativo. Señores Dios nos hizo con dos brazos, y con dos piernas. Y también nos hizo con la capacidad de amar, de querernos, de tocarnos, de sentir con la yema de los dedos un pulso acelerado por la tentación y eso señores… Eso  NO puede ser pecado.

Señores amar… amar no es fácil. Y ustedes se empeñan en hacerlo más difícil y enrevesado como si no nos bastáramos nosotros mismos, como si no se bastara la propia humanidad para complicarlo todo. Señores, porque amar… Amar es entender también entender el rechazo, entender que te van a hacer daño, entender que vas a sufrir, que vas a llorar y es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio. O sea, hoy te casas… y vives feliz para toda la vida. Falso. Señores, falso. Por muchos siglos que puedan ustedes seguir proclamándolo. ¿Saben que creo? Creo que ustedes no saben lo que es el amor. 
Porque si algo he aprendido en estos años es que si apretar un cuerpo hasta convertirse en uno es pecado… señores soy un pecador. Porque el único Dios en el que creo, es el que nos da amor incondicional, y nos deja amar incondicionalmente.


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